Los cambios en los medios electrónicos siempre son interesantes. Se maneja la expectativa de conocer una nueva propuesta, una nueva tendencia en materia periodística, cuando estos son programados, y más interesantes aún cuando estos son intempestivos. Conocer por qué determinado conductor dejó de aparecer al aire de un dia para otro es un buen chisme para la semana. Saber antes que nadie quién reemplazará al famoso comentarista de tantos años es de primer interés; atestiguar la despedida en vivo de gente que ha estado décadas al aire es emocionante.
Dentro de su estridencia cotidiana, los medios electrónicos son en cierta medida monótonos. No en cuanto a la gravedad, sordidez o ruido de las noticias, sino en cuanto al formato de sus emisiones. Se anuncia el venturoso rescate de un gatito en un árbol; y pase a comerciales. Se informa sobre la muerte de 200 niños, y pase a comerciales. Se recibe la entrevista de un funcionario, y pase a comerciales.
Pero cuando los comerciales se suspenden: el director de cámaras no sabe que hacer, el floor-manager se queda inmóvil, y el equipo de producción se agolpa en la cabina mudo ante los monitores, mientras el conductor informa gravemente que este será un anuncio especial, para el que ruega su atención, el mundo se detiene por unos segundos para conocer, en vivo y en directo, la renuncia y sus causas, el anuncio esperado; el retiro inesperado, el reclamo a autoridades ("Los demonios andan sueltos..") la despedida, la bienvenida, etc.. es cuando la gente presta atención y se reúne frente al televisor o radiorreceptor; para conocer los cambios, y más importante aún; la forma en que podrían afectarle los cambios.
Es en estas ocasiones, cuando la radio y televisión dejan de ser monótonos, por que se anuncian los cambios.
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