El accidente

Faltando 10 para las 7 de la noche de del martes 4 de noviembre, los noticiarios y programas de comentario de la radio y televisión manejaban la alta expectativa de los resultados de las elecciones en los estados unidos.  Se esperaba que en breves minutos las encuestas de salida y conteos rápidos confirmaran la ventaja irreversible para el candidato demócrata. Los enviados especiales preparaban sus reportes, y los reporteros de televisión esperaban pacientemente ya de pié frente a sus cámaras.

A las 18 horas con 52 minutos, y 20 segundos,  un primer reportero urbano en motocicleta entró al aire con un tema sorpresivo: mientras se acercaba al lugar de los hechos, fue informando primero que veía una columna de humo, y poco más tarde agregó que se trató de algún tipo de aeronave, helicóptero o avioneta.  La agenda de los medios electrónicos, cambió de inmediato.

A lo largo de los segundos  siguientes; pocos minutos, a lo sumo,  las diferentes estaciones de radio que en ese momento tenían noticiarios al aire comenzaron a  realizar transmisiones desde el lugar de los hechos. Durante ese tiempo, prevaleció la confusión de autoridades civiles, la desinformación, y la impresión de los reporteros, -esa si real- de la magnitud de la conflagración causada.

Pocas veces en los medios electrónicos de comunicación pueden analizarse momentos tan intensos como este. Los datos, las confirmaciones, los desmentidos, y, especialmente los rumores, comenzaron a  aumentar en progresión geométrica  mientras cada vez más medios se sumaban a las transmisiones. La gente comenzó a sintonizar la radio; las televisoras comenzaron a hacer cortes a las emisiones regulares para transmitir las primeras imágenes del lugar del accidente.

En los primeros 10 minutos después de sucedida la desgracia, al menos 8 emisiones radiofónicas adelantaron la noticia.  En los siguientes 30 minutos, ya se trataba de 12 emisoras, -incluyendo una cadena nacional de televisión- las que transmitieron casi 30 reportes. A partir de las 19:30 horas, y menos de una hora después de la tragedia, se transmitieron 60 reportes y eran ya 18 las emisoras de radio y televisión dedicadas al tema, incluyendo varias locales de Guadalajara y Monterrey.

Los datos confirmados, la confusión y los rumores también siguieron su curso. Los primeros minutos se hablaba de un helicóptero o avioneta de los más diversos orígenes.  Antes de 30 minutos,  se confirmó que se trataba de un vehículo oficial, de la secretaría de gobernación.  A los 45 surgió por primera vez el nombre de Juan Camilo Mouriño,   al cabo de 60 minutos, no se hablaba ya de otra cosa. 10 minutos después, en punto de las 20 horas, los primeros medios se atrevían a confirmar el lamentable deceso.

Durante la hora siguiente, fueron ya 22 las distintas emisoras con más de 150 reportes las involucradas en la noticia.   El presidente hablaría dentro de los 30 minutos siguientes, y en los días siguientes fueron miles de notas, reportajes y entrevistas, casi 10,000 hasta el dia de hoy.

Sin pretender soslayar la tristeza y gravedad de la tragedia que significó la desaparición de un joven y entusiasta político mexicano, quienes seguimos a los medios no podemos dejar de interesarnos por el fenómeno que representa la aparición de tales noticias, y la forma en que la radio y televisión, especialmente, se comportan en los primeros segundos, luego minutos y luego horas después de sucedido un hecho tan grave.