Rencor

Los temas presentes en los noticiarios de radio y televisión, de atrás para adelante: tenemos en quinto lugar… con 860notas, el desastre ecológico en EU por explosión de plataforma y fuga de crudo de la Golfo de México (British Petroleum)… en cuarto lugar con 1053 notas, la Investigación sobre la desaparición de la niña Paulette Gebara Farah y su anticlimática conclusión esta semana. Tercer lugar con 2101 notas, las protestas por la Aprobación en Arizona de la ley Antiinmigrante SB1070.

Y en segundo lugar cabe destacar la gran cobertura e interés que tuvo Gira de trabajo del presidente Felipe Calderón por Washington D.C. Estados Unidos - Unión Europea; 2329 notas… y es destacable porque a lo largo del sexenio los viajes internacionales del presidente Calderón no han tenido mucha repercusión en los medios nacionales. En esta ocasión no fue así, y todos pudimos enterarnos particularmente de los actos en que participó nuestro presidente en los Estados Unidos, incluyendo su alocución en el congreso norteamericano. A pesar de tener tantas preocupaciones y temas en México, el viaje presidencial quedó en segundo lugar en nuestras listas, solo después, desde luego, del caso del secuestro de Diego Fernández de Cevallos.

Y este caso fue el que ocupó casi de inmediato el primer lugar en nuestras mediciones de notas en noticieros de radio y televisión. Se trata de 4,500 notas, lo cual representa casi 140 horas de tiempo aire dedicadas a este tema. Al respecto se dio un fenómeno interesante: cuando las autoridades y algunos medios anunciaron las primeras, que suspendían las investigaciones, y otros como Televisa que dejarían de emitir información al respecto para coadyuvar al caso, este fue el hecho que se convirtió en noticia. Es decir, en radio y televisión se sigue hablando del caso, pero casi exclusivamente del hecho mismo de la suspensión de investigaciones, ya que no hay información adicional. Y en cierta forma ha habido responsabilidad en medios porque no se han alimentado especulaciones, o al menos no en el nivel increíble en que se dieron en las primeras horas.

Alguien afirmaba que las especulaciones son fruto de la falta de información de las autoridades, y eso no es cierto: son fruto de la falta de responsabilidad. Ahora parece que tenemos una actitud mayoritariamente responsable de los medios, en este caso, tendiente a coadyuvar al regreso sano y salvo de este dirigente panista.

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Respecto a caso del la desaparición del jefe diego, muchos conductores y periodistas se encontraron con un hecho que causó cierta sorpresa en los portales informativo y formas de retroalimentación que tienen los noticieros y programas de opinión: incontables comentarios consignados en las redes sociales y en los portales informativos de internet llegan al extremo de congratularse de lo ocurrido a Diego Fernández de Cevallos. Con sorna y amargura muchos expresan de diferentes formas que lo que le ha pasado es lo que merece.

Todos los actores públicos tienen apoyadores y detractores, pero este fenómeno de tantas opiniones negativas alrededor de llamado “jefe diego”, son particulares. Me permito compartir una reflexión de Felipe mi hermano que aparece publicada el día de hoy.

Como en esta obra barroca de Lope de Vega, Fuente Ovejuna, la injusticia alienta el rencor y el deseo de venganza. Los agravios que el poderoso inflige al débil son combustible que exacerba el resentimiento. Un agravio puede ser motivo para que una comunidad habitualmente apática y desintegrada se cohesione momentáneamente en torno al deseo de desquite.

El secuestro de Diego Fernández de Cevallos ha dado lugar, como en pocas ocasiones, a expresiones que inquietan y manifiestan a una sociedad resentida. No es el caso reivindicar el comportamiento del abogado panista sino el derecho que sin excepción todos tenemos a la vida y a que se respete nuestra dignidad.

Es preocupante constatar cómo el rencor se va convirtiendo en México en un ánimo colectivo que busca cualquier oportunidad para expresarse. Muchos han convertido a Diego en la personificación del poder y sus abusos, y por eso no tienen escrúpulos para desearle toda suerte de males. Esta extraña manera de entender la justicia pone de manifiesto una “intoxicación” social, la del resentimiento persistente como ánimo primario que pretende reivindicar unos derechos atropellando otros.

No pretendo ser moralista. Que cada quien responda a sus actos, pero una sociedad en la que merecemos vivir no puede ser sino la que ofrezca garantías suficientes de respeto a la dignidad y derechos de todos. Procurar eso para los demás es garantizarlo para nosotros mismos.